Los años 20 del siglo pasado se caracterizan por ser un tiempo feliz, elegante, que precedió a toda la barbarie que vino después. En la Riviera francesa, la elegancia se podía sentir aún más en esta época.
En esa época vive Stanley un mago inglés que pese a que se gana la vida con su magia, no quiere que la gente sea engañada, y menos si ese engaño les hace daño. Por eso, va a poner todo su empeño en desenmascarar a Sophie, una médium que en realidad se dedica a estafar a todos aquellos que creen en sus supuestos poderes.
Lo que Stanley no sabe es que su empeño por desenmascararla va a traer consecuencias, las cuales no ha podido prever. Evidentemente, sus acciones también la afectarán a ella, pero ella nos importa poco porque es una estafadora.
¿Cómo terminará todo esto para Stanley? Lo cierto es que no sabemos si su intento terminará bien o al final se arrepentirá de haber desenmascarado a la estafadora.
Una historia divertida, una buena ambientación, un conflicto entre la razón y la emosión, donde termina ganando el sentimiento, tenía que ser Woody Allen. Puntuación ocho.
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