
Forrest Gump es una película que nos cuenta, a través de los ojos de Forrest, la historia más reciente de losEstados Unidos, una mirada crítica tal vez, a las costumbres de esa sociedad.
Forrest Gump es retrasado, y la historia comienza desde el final: sentado en un banco cuenta su vida a unos desconocidos, mientras espera un autobús. Durante la película se convierte en héroe americano, en multimillonario, en empresario.., jugador de rugby, soldado, jugador de ping pong..
En la película aparecen los siguientes temas:
Familia: (Qué importante es su madre, qué frases arroja la película de ella: “Cada uno crea su propio destino: aprovecha lo que Dios te ha dado. Haz todo, lo mejor posible. Si Dios hubiera querido que fuéramos iguales, nos habría puesto a todos aparatos en las piernas.” Y lo que le dice muy pronto: “Tú no eres diferente de nadie. – Y mamá, ¿qué es lo normal?” Realmente, ¿sabemos qué es lo normal, quién es normal?. También ella dice “la vida es una caja de bombones, nunca sabes lo que te va tocar).
El ejército, la autoridad: (Teniente Dan, que a la postre se convierte en aliado de Forrest, “si tu única meta es hacer-lo-que-usted-mande -mi-sargento, tienes un 170 de C.I.”, La guerra del Vietnam: visita al presidente)
La economía: Simbolizada en las gambas, preparadas de mil maneras en la imaginación de Bubba; “el hombre sólo necesita un poco de dinero para vivir, el resto es para presumir; como yo era millonario y me gustaba hacerlo, cortaba el césped gratis”. La universidad: “después de estar cinco años, sólo jugando al fútbol, me dieron un título; Jenny fue a una universidad donde yo no podía entrar: era sólo para chicas”.
La religión: Aparece en varios momentos; la idea de un Dios que está detrás de cada cosa que pasa: tras varios intentos inútiles de pescar gambas, “había que rezar”, se ve un coro de negros en una iglesia, con tintes folklóricos y un tanto irónicos (recuerda un poco -al menos en la intención- al devoto “Angelus” de Viridiana y sus pobres, en contrapunto con la ruidosa eficacia renovadora de Jorge, su primo, de momento. “¡Dónde, coño, está tu Dios!”, dice el teniente Dan, con el barco en medio de un gran huracán, mientras levanta el puño y grita “¡nunca podrás!” (luego dirán por T.V. que sólo se salvó ese barco). “Tiene gracia que el teniente Dan dijera eso, porque en ese momento apareció Dios; y después de aquello, pescar fue más fácil”, y se ven redes descargando, una y otra vez, toneladas de gambas.

Al final de la película -lo comentamos, también aquí, al final- Forrest habla más explícitamente del tema religioso, y, por su parte, el antago-co-protagonista, convertido teniente Dan -con sus piernas cortadas, ya aceptadas-, expresa “yo espero poder caminar en el cielo”.
Amor superficial de un cierto ‘sector’ de la juventud, que lo vive todo de manera descomprometida, personificado en la vida de Jenny. Lo contrapone al mensaje de amor-profundidad que el film nos quiere transmitir, personificado en Forrest: además, incluso, sufrimos con Forrest que ama a Jenny -que siempre se está marchando- sin ser correspondido (es terriblemente significativo el momento en que, cuando él la recoge, la quiere salvar, ella le dice, airada “¡deja de rescatarme!”).
Las drogas: Que llevan a no saber a dónde se va: un taxista pregunta a Jenny, cuando se marcha del lado de Forrest, “¿A dónde va huyendo? – No estoy huyendo!” En otro momento se nos muestra a Jenny en un intento de suicidio, en el que, con una mezcla de ironía, idealismo y patetismo le llega a decir al pobre Forrest -en otro, el mismo, mundo- “¿te acuerdas cuando pedimos a Dios poder volar?, ¿podré volar desde aquí?”
También así se nos muestra ‘esa’ juventud que vive el sexo, que no el amor (“haz el amor y no la guerra” oíamos decir; parece que Forrest Gump ve que la juventud no hace el amor y sí la guerra): pregunta Jenny a Forrest, la primera vez que están en intimidad (escena que puede resultar picante-despistante para los niños) “¿Has estado alguna vez con una chica? – Yo siempre me sentaba con ellas en la clase de economía doméstica… ¡Ufff! Me mareo… – Esto no lo habrás sentido en economía doméstica, tú no sabes qué es el amor” (!) Y, en otro momento importante, casi al final de la historia, pregunta Forresttristemente: “¿Por qué no me quieres, Jenny? Yo no soy muy listo, pero sí sé lo que es el amor! – Sí te quiero.” Sin embargo, aun aquí, parece querernos decir que no hay amor verdadero en Jenny, pues se acuesta con él y se vuelve a marchar, en la escena del taxista, antes citada.
En varios momentos, sobre todo al final de la película, Forrest Gump nos presenta su visión de color de rosa, el resultado de su nueva vida, los nuevos cielos y la nueva tierra que su aventura ha conquistado: “Yo parloteaba y disfrutaba como un mono en un árbol: le hablaba de gambas, de ping-pong y de mamá; y hasta me enseñó a bailar. Éramos como una familia: fueron los años más felices de mi vida”. Le cuenta a Jenny todo lo que ha visto y se nos muestran imágenes paradisíacas (quizá el único momento en que te das cuenta de que no está mal la fotografía, la música, el tempo de la peli): todo es bello, distinto, si se es feliz.
La metamorfosis más explícita (menos clara y queriendo insinuar demasiadas cosas, la de Jenny) es la del Teniente Dan (con quien, muy sutilmente, como sin que se note, se identifica de varias formas nuestro protagonista “el teniente Dan pensaba que hay cosas que no se pueden cambiar; a él no le gustaba que le llamaran inválido, ni a mí que me llamaran idiota”): primero su jefe, humano y cercano, en Vietnam (“chicos, intentad que no os quiten de en medio”); realista y práctico al ser herido y atendido por Forrest (“¡deja de ocuparte de mí y tú lárgate!”); desesperado (“¡cada uno tiene su propio destino; yo tenía uno y tú me lo robaste! ¿Ves lo que es no poder manejar tus piernas?”); y, al final, tras su degradación -exagerada, de vino y mujeres-, quizá tocado por la ingenua e inexorable fuerza de Forrest (“¡Yo era el teniente Dan! – ¡Aún es el teniente Dan!”; “Me decidí a dar el paso. -Pero, si no tiene piernas…!”), comienza, ilusionado por fin -¿de nuevo?-, una nueva vida.
En la última escena de la película, Forrest padre acompaña a Forrest hijo al autobús escolar. Le despide y le dice: “¡Oye, Forrest, no….! (una interrupción, un caer en la cuenta y una mirada de cariño) Quería decirte que te quiero. Y que estaré aquí cuando tú vuelvas.”
Justo antes, se había despedido de Jenny, con la misma actitud, la de toda su vida -¿de tonto?-, de amor desinteresado: “Si me necesitas, no estaré lejos.” Ante su tumba, con este legado de su gran madurez, de otra dimensión, se atreve a dudar de las ideas de su madre -por primera vez- y, en esa misma duda, nos transmite que lo de menos son las ideologías (“no se ve bien más que con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos”, que formularía Saint Exupéry, en su personal versión de Forrest Gump -¿del Evangelio? (!)-): “No sé si tendría razón mamá que decía, que cada uno tenemos nuestro propio destino o el teniente Dan, que creía que estamos flotando como en la brisa. Quizá tuvieran razón los dos: creo que pueden pasar las dos cosas al tiempo”.
Es una historia fantástica de entrega de salir adelante aún cuando para el resto del mundo seamos diferentes, es una gran película, calificación claro que un diez.
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