Un guionista (Colin Farrell) busca inspiración para su próximo trabajo, en el que dos excéntricos amigos (Sam Rockwell y Christopher Walken) planean secuestrar a un perro. El asunto se complica cuando el animal de compañía de un mafioso desaparece.
Una película totalmente absurda, donde se mata por gusto, se robo por placer y se hacen tonterías porque así lo dice el guión, de las peores producciones que he visto, puntuación cero.
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