Es la adaptación de una novela del estupendo W. Somerset Maugham. Una historia romántica revestida por los velos del prejuicio, la conveniencia pero también por el reconocimiento arduo y trabajoso de que estos valores aprendidos pueden ser revertidos solamente bajo circunstancias excepcionales como el aislamiento y la inquietud de saberse un ser extraño y señalado como si todos sus pecados hubiesen salido a la luz pública. Estamos pues ante el cóctel perfecto del melodrama: una vivencia sentimental envuelta en las más extraordinarias circunstancias históricas.
La trama nos traslada hacia la Inglaterra a principios de los años 20 del siglo pasado, hacia la vida rutinaria y hastiada de Kitty. La engreída chica de buena familia quien se verá poco a poco acosada por los temores inculcados en pos de obtener a como dé lugar un buen matrimonio y prepararse para los deberes de la madurez en necesaria compañía de un gentleman. Ante tanto acoso Kitty termina aceptando sin miramientos al doctor Walter Fane (Edward Norton) y con él se traslada hasta China, a las cómodas calles de la occidentalizada Shangai. En verdad a Kitty la perturba su nueva condición, no sabe si asumirla como una victoria o una derrota, si por fin se dio el gusto de evadir las presiones de su familia o si en verdad solo fue un ratón que cayó fácilmente en la trampa que le tenían preparada. Todos esos sentimientos revueltos con sus propios caprichos la llevarán a tener un amorío con Charlie Townsend, un diplomático con mucha maña y deberes en plena efervescencia nacionalista.
Un gran trabajo, muestra como una mujer puede cambiar de una actitud arrogante y engreída y convertirse en la protectora de niños indefensos, muy humana, puntuación nueve.
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